18.4.13

LA BUSCA (CAPÍTULO 8)



Creer, es harto monótono. 
La duda es profundamente apasionante. 
Estar alerta, he ahí la vida.

Yacer en la tranquilidad, he ahí la muerte. 
Óscar Wilde



***



Mi cuerpo vive, y lo hace continuamente, sobre las pisadas muertas de los hombres muertos. Estoy viviendo ayer desde mi mañana. Ya no tengo esperanza. Me uno al cielo y lo disfruto, adelantándome a los sucesos y secando mis caducas lágrimas del invisible dolor. Lo sé, otra vez lo sé. ¿Desde cuándo? ¿Fue antes?, ¿después? ¿Nunca?



***



Camino sin rumbo, sin un fin establecido. Estoy repleto de vida, una desbordante y henchida vida. Nada me puede y eso me hace caminar impreciso sobre las brasas derramadas por y para los mortales. Debo hacerlo, encontrar la respuesta que explique mi eterna diferencia. Algo entorpece mi paso. La mente se nubla y no sé si hoy es todavía mi hoy, si mis palabras son realmente mías. Vislumbro sombras, intuyo enemigos imaginarios que se encuentran escondidos entre los pliegues de mi sien. Sé que he pecado, que soy parte de una historia que todavía tiene que suceder, pero yo ya la conozco, me la sé de memoria. Allí viene la Vida. Parto hacia ella.



***



-VIDA, sal de ahí. ¿De qué huyes?

(Sólo el silencio habló por respuesta).

-¿No lo entiendes?, quiero saber, necesito conocer más acerca de quién soy yo, y qué es lo que debo hacer. Sólo tú puedes ayudarme, tú, la dadora de existencia, la otorgadora de sufrimientos, a la que todos nos agarramos, a la que todos amamos, VIDA, ayúdame en mi Muerte.



***



-¿Quién te crees que soy?, ¿crees que estoy aquí para salvar a los hombres?

-Sí, debes salvarlos, debes salvarnos.

-¿De qué?

-De nosotros mismos, de nuestra cobardía, y de nuestra falta de ilusión.

-Y, ¿qué es lo que crees que puedo hacer?

-Darnos esperanza.

-Yo estoy por encima de todo eso.

-A mí no me puedes engañar. Mírame.

-¿Quién eres?

-No lo sé. Dímelo tú, ser divino.

-Llevas la marca.

-La marca, ¿de quién?

-La Muerte te está buscando.

-Ya estoy muerto.

-No, pero lo estarás, Fernando.



***



-Estoy cansado, agotado de la huida que llevo desde que decidí morirme. No es justo, yo no conocía todo lo que me podía suceder.

-¿Te arrepientes?

-No, no es eso. Es esta incertidumbre, este no saber qué sucederá ahora, este qué habrá después de después de la Muerte.

-Eres insaciable, todavía no conoces lo que hay aquí y ya estás pensando en lo que habrá después.

-Tú me lo podrías contar.

-No lo haré. No lo mereces.

-¡BASTA!, no entiendes que he hecho esto por el hombre, por todos los hombres, y si ellos creen, yo he sido más que ellos. He juntado todos sus deseos de divinidad en uno solo, el mío, como su representante.

-¿Quién te eligió?

-¡Yo, yo mismo me convertí en mi abanderado!

-Y ahora, ¿quién te abandera a ti?



***



-¿Por qué no haces nada por mí?

-Estoy aquí, sin más.

-Y qué les dices a los que al morir se encuentran contigo.

-Ellos no hablan, se mueren y ya está.

-Entonces yo.

-Tú tienes una poderosa razón para sobrevivir aún.

-¿Cuál es?

-Amigo mío, si te lo dijera rompería yo también mis pactos.

(¡Kaaboom!)

-¿Qué ha sido eso?

-Una poderosa razón.

(¡Kaaboom!)



***



-¿Fernando?

-¿Sí?

-Ha llegado tu momento. Huye, corre, no vuelvas nunca hacia atrás tu cabeza, mantén tu mirada imperturbable.

-Pero, ¿por qué?

-Si llegas al final lo sabrás, hasta entonces, deslízate y traspasa las fronteras temporales, si no...

-Si no qué, si no ¡qué!, ¡qué! 

(y el silencio volvió a convertirse en el espectador mudo que toda sonoridad ansía).



***



-Vago, vago recuerdo, todo se nubla, nada me viene, ¿quién soy?, ¿dónde estoy? La oscuridad se va apropiando del enorme horizonte de miradas que observan sin intención todos mis actos, ojos inquisidores que me hacen sentir mal por haberme muerto, por haberme adelantado al proceso natural, a aquel que rige sin normas ni preámbulos el transcurrir cíclico de los actos vividos. Estoy atrapado, no sé cuál es el camino para poder regresar a casa. La angustia se apodera de mí, y el deseo de que todo esto no sea más que un sueño inunda cada recoveco de mi aparente corteza humana. Pero no, no debo dejarme vencer por la desazón que se me aparece en los instantes de soledad. VIDA, ¿dónde estás?, necesito hablar contigo, necesito respuestas que me puedan dar aliento para sobreponerme a las derrotas futuras. Quizás me he anticipado, he intentado ir más allá de lo que mi conciencia me puede dar. No, no debo pensar así, lo he hecho por el hombre, para poder decirle lo que realmente sucede, lo que pasa al otro lado, la carencia de creencias, no hay nada, tan sólo el vacío, un inmenso vacío que me rodea y que me dota, poco a poco, de un intenso olor a muerto que rellena cada espacio de mi ausente vida. No, no debo venirme abajo, debo seguir creyendo en mí, en las cosas que he hecho, en mi cuerpo muerto y en mis recuerdos vivos; sí, eso es lo que haré: buscaré mis recuerdos para que me confirmen en ésta mi muerte, mi desconocida e insólita muerte.

2 comentarios:

  1. Vivir mañana los ayeres, adelantarse a la nada que es lo que está al final de la vida, al otro lado de todo y añorarla...

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  2. América, hay cosas que escapan a nuestro control, por lo tanto...

    Un placer que el primer comentario sea tuyo, lectora tenaz

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